martes, 18 de noviembre de 2008

Crónica de una muerte anunciada

El cumpleaños de uno de mis mejores amigos, Ruy, es el 30 de agosto de todos los años. Siempre hacemos reus, que resultaron ser reus progresivas, subiendo en nivel de cheveridad.

Yo estaba muy emocionado porque esta iba a ser una reu de aquellas. Iban a ir todos mis patas del barrio, mis patas del colegio, unas amigas, algunas con las que podía pasar algo… Estaba verdaderamente muy emocionado y empilado. Quería música, diversión, chicas, trago, iba a conseguir todo eso y a la vez.

Salimos del barrio por diferentes demoras como a las 11, y caminamos por Angamos desde Tomás Marsano hasta la Principal, que queda frente al Plaza Vea. Yo estaba asadaso porque estábamos llegando muy tarde, nos íbamos a perder la reu, algunos de mis patas ya estaban allá. Compramos dos rones y fuimos en combi.

Tantas demoras y la hora tardía habían causado que me muera de sueño.

Llegando, estábamos Jorge, un amigo de Jorge llamado Saco y yo yendo a la reu. Decidimos dejar atrás a Galy, Jano, la Buena y Gustavo porque estábamos apurados. Jorge me dijo, casi como un presagio: “Por favor, José, no te emborraches y cagues la jato”.

Llegamos y me abracé con todo el mundo, saludé a todo el mundo. Conocía a todos, y todos, por una vez, me querían. Fue tanta mi euforia que acepté secar un vaso entero de ron con Alonso. Que se convirtió en dos. Y de ahí en un tercero combinado con vodka. Todo en menos de 10 minutos.

Lo que pasó después es incierto. Camila me llamó para conversar en la cocina, y le respondí de la forma más bárbara e inhumana posible: “¿Me vas a decir algo feeling, o puedo irme a chupar con mis patas?”. Salí, empecé a decir estupideces, a hacer estupideces, a quedarme dormido en todas partes…

Antes de saberlo, estaba abrazado al water.

Mi mente se blanqueó desde las 11:30 hasta las 4 de la mañana, cuando me desperté ya que me querían arrimar para que pueda echarse un chino que también se había emborrachado (pero en horas más dignas). Me desperté, y mi primera reacción fue “¿Todavía hay gente?”. Ni siquiera “Feliz día Ruy”, “¿Qué pasó?”, “¿Qué pasó con Camila?”, “¿Qué pasó con todos?”. ¿Todavía hay gente?

Fui a la sala y estaban Saco, Jorge, Ruy y dos patas más chupando. No saludé a Ruy. Se empezaron a ir los dos patas, y se estaban llevando un ron, y les dije, con un total descaro, “No se lo lleven, es mío”. Me apostaron el ron a un seco. Gané.

¿Gané?